Durante los últimos 100 años ha habido un considerable aumento de la contaminación hídrica debido principalmente a los grandes volúmenes de aguas residuales descargadas en los cuerpos hídricos receptores, sin recibir ningún tipo de tratamiento. Las aguas residuales de procedencias domésticas y más especialmente las generadas por actividades comerciales e industriales, han contribuido a este importante aumento de la contaminación de nuestros recursos hídricos y del medio ambiente en general.
Esta elevada contaminación orgánica ha generado un elevado consumo de oxígeno en las aguas superficiales, con la consiguiente muerte de flora y fauna acuática, además de la eutrofización de lagos y estanques y la elevada contaminación bacteriológica de los mares.
Tampoco podemos dejar de mencionar los fenómenos de contaminación del terreno y de consecuencia, de los acuíferos subsuperficiales, con un grave empeoramiento de la calidad del agua de consumo humano y animal.
Una planta de tratamiento de agua residual, tiene la función de transformar la materia orgánica, reduciendo la carga contaminante del agua que se va a verter en las redes de alcantarillado o en los cuerpos hídricos receptores, devolviéndola al medio ambiente en buen estado y sin contaminación.
Por eso, las plantas de tratamiento de aguas residuales, tienen una gran importancia en la conservación del medio ambiente y la preservación de los recursos hídricos.
¿Cómo las plantas de tratamiento ayudan a mejorar el ambiente?
El grave empeoramiento de la calidad del agua de consumo y el aumento constante de la contaminación del medio ambiente, ha sido una constante durante los últimos años.
También el gran aumento de las actividades industriales y el cambio climático, unidos a la mala calidad general de las aguas subterráneas, han incidido notablemente en que los gobiernos de casi todos los países del mundo hayan tomado acciones hacia la preservación del agua. Una de las principales actuaciones ha sido la erogación de leyes para los tratamientos de las aguas residuales. Cada vez más se obligan tanto las industrias, como los núcleos urbanos y residenciales, a tratar sus aguas residuales, antes de verterlas al medio ambiente.
Las plantas de tratamiento de aguas residuales son sistemas construidos por el hombre, en cuyo interior se canalizan las aguas, para ser tratadas en diferentes procesos físicos, biológicos y químicos, de descontaminación y depuración. El fin de estos procesos es eliminar las sustancias orgánicas y los principales contaminantes que contienen las aguas residuales, para luego verterla a cauces receptores, sin peligro de contaminación medioambiental. Gracias a estos procesos, en muchos casos, se consigue también reutilizar gran parte del agua tratada.
Una de las principales reutilizaciones es para riego; tanto en el sector agrícola, como recreativo (parques, jardines, campos deportivos, etc.), que garantiza la disponibilidad de agua durante todo el año.
Otra importante posibilidad de reutilizar el agua residual tratada, es en el sector urbano, sobre todo en aguas para torres de refrigeración, turbinas, procesos industriales, etc.
Respecto a las aguas tratadas y reutilizadas, son evidentes las múltiples ventajas ecológicas, económicas y sociales que ofrecen, aunque es muy fundamental realizar un tratamiento final de desinfección, para garantizar la ausencia de gérmenes patógenos, que podrían representar un grave peligro para el hombre y los animales.
También, las aguas tratada y devuelta a los cuerpos receptores, evitan la alteración de los ecosistemas naturales, disminuyen riesgos para la salud humana y reducen la contaminación ambiental.
Las plantas de tratamiento de aguas residuales y la reutilización del agua tratada, crean grandes beneficios para el hombre y ayudan de forma relevante a la conservación y mejora del medio ambiente.